domingo, 22 de marzo de 2009

patriotismo*.

"Al pobre no le beneficia la patria por que no es de él. La patria es la propiedad de unos cuantos que son los dueños de la tierra, de las minas, de las casas, de las fabricas, de los ferrocarriles, de todo cuanto existe".Ricardo Flores Magón (1873-1922) De mil maneras se nos incita a los pobres a ser patriotas. Desde que nacemos a la vida hasta que rendimos el ultimo suspiro, zumban en nuestros oídos estas palabras “ama a tu patria, ama a tu patria, ama a tu patria. Puede decirse que amamos al patriotismo con las primeras gotas de leche que arrancamos al pecho materno. La madre nos arrulla con canciones en que se glorifica a la patria. Más tarde nos enseña a amar a la bandera, cuyos colores nos parecen más lúcidos que los de cualquier otra. De niños se nos obsequia con juguetes que nos hacen jugar a los soldados, fingimos, en nuestros juegos, campos de batalla en que hacemos mover el polvo de la derrota a todos los que han cometido el delito de haber nacido fuera de los linderos de la nación, pues para todo buen patriota es enemigo el que no nace dentro de las fronteras de la patria. 

La educación patriótica no termina con nuestros juegos de chiquillos: sigue en la escuela en las primeras letras. Allí el buenazo del maestro nos hace entonar coros en los que se enaltece a la patria; en el libro de lecturas deletreamos composiciones en prosa y en verso en honor a la patria y en nuestros ojos se extasían ante las laminas que representan acciones de guerra defendiendo a la patria. Oímos el himno nacional y la sangre circula por nuestras arterías con mayor rapidez. El cura en sus sermones nos excita con amar a la patria; el político en sus discursos, nos habla de la grandeza de la patria; el periódico burgués estimula nuestros sentimientos patrióticos; por donde quiera que volvamos la vista vemos en la estatua de un patriota o el cuadro con algún asunto patriótico; no hay que olvidar cada año las fiestas patriotas. 

Todo, en fin está sabiamente calculado para encender y mantener encendida, en nuestros pechos, la lumbre patriótica. Preparados de esa manera y aun cuando no seamos dueños de un terrón de tierra donde inclinar la cabeza; aun cuando de la patria que se nos ha enseñado a amar no poseamos ni un centímetro cuadrado de su territorio, a pesar de las indignidades, humillaciones, atropellos y desmanes de que somos victimas por estar abajo en la escala social; a pesar de todo nos encontramos dispuestos a cometer los mayores excesos, a matar y dejarnos matar por la patria, por ese algo que ningún beneficio nos reporta y en cambio exige de nosotros los más grandes sacrificios porque, hay que confesarlo, todas las cargas que implica el patriotismo descansan exclusivamente en los hombros de los pobres. El pobre sólo sabe que tiene patria porque tiene que servir en el ejército y los beneficios que de la patria recibe son el garrotazo del policía, los impuestos para mantener a los gobernantes, el servicio militar y la ley que lo somete a eterna servidumbre bajo las garras del dueño de la tierra y de la maquinaria de las fabricas. Al pobre no le beneficia la patria por que no es de él. 

La patria es la propiedad de unos cuantos que son los dueños de la tierra, de las minas, de las casas, de las fabricas, de los ferrocarriles, de todo cuanto existe; pero el pobre se le inculca desde su niñez que ame a la patria para que esté listo a empuñar el fusil en defensa de los intereses que no son suyos, cuando sus amos comprenden que esos intereses están en peligro y hacen que los intereses materiales son la patria, que incluso la burguesía no se opone a una inversión extranjera cuando ésta no tiene por objeto despejarla de sus propiedades y hasta es solicitada la invasión cuando los rifles invasores pueden prestar algún apoyo al principio de propiedad privada, cuando ese principio esta en peligro de desplomarse a las recias embestidas de la justicia popular. Los políticos que tanto hablan de la patria tienen su dinero en Estados Unidos o Suiza y sus hijos estudian en universidades del primer mundo. ¡Vaya patriotas! Esta patente que el patriotismo no es practicado por los que nos lo inculcan. Ese es un sentimiento que hábilmente se nos fomenta para tenernos a su disposición nuestros verdugos. Cuando tomemos el fusil para defender a la patria lo que defendemos son los bienes de nuestros amos. 
Abramos los ojos.
* Publicado en el periódico insurgente Regeneración, el 24 de febrero de 1917.